Nos gustaría poder esconder la cabeza en un agujero en la arena o tener una capa mágica como Harry Potter, que nos haga invisibles. Muchas veces sentimos vergüenza de dejar que ese sufrimiento sea parte de nosotros y cómo nos afecta en todos los aspectos de nuestras vidas.
Pero la verdad es que dejando que otros vean lo vulnerables que somos no es algo malo ni tampoco hay que sentir vergüenza. Somos seres humanos, todos pasamos por pruebas, dolores y tribulaciones en nuestras vidas, ser capaz de reconocer el hecho de que podamos abrazar nuestra humanidad y compartir nuestro dolor es una cosa muy valiente de hacer. Ser honesto y abierto acerca de nuestros sentimientos nos puede dar la oportunidad de compartir nuestro dolor con los que tenemos cerca de nosotros y que de verdad les importa nuestro bienestar; también abre la posibilidad de que estas personas nos ayuden en todo este proceso de sanación. Después de todo, nadie puede ayudarte si no saben lo que estás pasando, ¿no crees?
¿Sabes lo angustioso que es estar pasando por un dolor emocional y no dejar que nadie a tu alrededor sepa sobre él? Es como mantener las puertas cerradas cuando tu casa está en llamas y no permitir el acceso al equipo de rescate. Esto crea lo que yo llamo el "efecto de la olla de presión". Todos ustedes han visto cómo funciona la olla a presión, ¿verdad? En primer lugar, usted pone sus ingredientes dentro, cierra herméticamente la tapa y deja que hierva, cuando la presión del vapor dentro de la olla comienza a subir de repente comienza a liberarse a través de la boquilla de la tapa, si esto no ocurriera, la olla sin duda explotaría debido a la presión en el interior.
Mantener las emociones escondidas en tu mente y corazón realmente no es el mejor camino, es como poner todos los ingredientes dentro de la olla a presión y esperar a que el vapor la haga estallar. Esto podría llevarte fácilmente a un profundo estado de depresión y otras situaciones emocionales que pueden poner tu salud mental y física en riesgo.
Sí, duele y hay que darse el tiempo y el espacio para llorar la pérdida y derramar las lágrimas, esa es una parte necesaria de cualquier proceso de sanación. No te castigues demasiado fuerte, tú no estás solo (incluso si piensas que lo estás), tú tienes amigos y familiares que te aman y no quieren verte sufriendo. Aférrate a aquellos que están para levantarte en momentos como este, agarra el teléfono y llama a un amigo o alguien que sabes te va a escuchar.
También puedes escribir, usar el dolor como combustible para dejar que esas palabras fluyan como ríos, la escritura es una terapia maravillosa (esto fue un consejo que me dio un psicólogo durante una terapia y realmente ayuda). La historia que estás escribiendo en este momento, podría ser la historia que va a salvar a otros. Escribe esta historia, escribe tu dolor, tus emociones. Dejarlos salir... será parte de tu sanación y también será un legado para otros a quienes ayudarás a sanar también, si así lo decides.
Recuerda esto, tú no estás solo y no tienes que pasar tu proceso de sanación en soledad. Confía en el amor de los que están allí para ti y permite que te ayuden.
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