La aromaterapia, una práctica milenaria

03 February 2016 Author :   Vanessa Rodríguez Julia

En el año 1989 comencé una jornada mágica en mi vida en el campo de la sanación: el uso de los aceites esenciales, me cautivaron sus propiedades medicinales y sanadoras. Mi vida cambió por completo. A continuación comparto con ustedes parte de mi trabajo investigativo, el cual es sumamente importante para que entiendan la evolución de esta ciencia.

 

Aunque la palabra Aromaterapia se usó por primera vez en el siglo XX para describir una forma de terapia basada en el uso de los aceites esenciales, los principios en los que se basa la aromaterapia vienen de la antigüedad. Todas las civilizaciones antiguas conocían el valor terapéutico del uso de las plantas aromáticas, y sin duda sabían sus cualidades antes de los escritos históricos. En yacimientos prehistóricos encontrados en cuevas, los arqueólogos han encontrado rastros y sedimentos de muchas plantas conocidas por sus propiedades terapéuticas que han sido identificadas he igualadas con análisis de polen fosilizado. No puedo pensar o creer que los usuarios de estas plantas desconocían de sus propiedades terapéuticas, aunque las hayan encontrado por accidente.

En tiempos primitivos el hombre descubrió accidentalmente que algunas de las hojas, frutas o raíces que recogían para propósitos alimenticios, hacían que las personas enfermas mejoraran, o que los jugos de estas ayudaban en la sanación de las heridas. Otra cosa que le proporcionaba información eran los animales, observando lo que comían cuando estaban enfermos. Este conocimiento tenía que haber sido sumamente valioso, ya que dependían exclusivamente de todo lo que se encontraba en su entorno inmediato y tiene que haber sido transmitido de generación en generación como una información valiosa para el conocimiento y sabiduría del clan o su tribu.

Las maderas, ramas y hojas que usaban para hacer fuego también les proporcionaba información, ya que observaban lo que les provocaba, sueño, alegría, experiencias místicas o estimulación. En muchas ocasiones las consideraban mágicas.

La fumigación de los enfermos por medio del humo fue una de las primeras formas de la medicina, y cómo esta y la religión estaban conectadas, el uso de inciensos mágicos también fue parte de esas primeras religiones. Cuando ellos ofrecían las plantas aromáticas a sus dioses, al quemarlas o ponerlas en sus altares, ciertamente era un sacrificio porque todas las plantas eran de un gran valor para las personas que las ofrecían. El uso del humo santo o mágico en la forma de incienso es parte de la mayoría de las religiones del oriente y el occidente, y el desinfectar con humo aromático fue parte de la práctica de la medicina hasta hace un siglo atrás.

Los indios americanos todavía usan el humo como limpieza espiritual. En la antigüedad, los egipcios usaron plantas aromáticas para propósitos médicos y cosméticos, así como para la preparación de cadáveres (embalsamar). Los aromas siempre fueron considerados como preciosos y valiosos, lo mismo para el uso público o privado. Damos como ejemplo los bien conocidos “baños de pétalos de Rosa de Cleopatra”.

Los griegos se ponían incienso en sus cabezas, los que gradualmente se derretían para emitir su aroma. Existen papiros que datan de unos 2,000 años AC, que documentan el uso de algunas plantas medicinales para fines terapéuticos y también los métodos que usaron. De una gran variedad de plantas, animales y sustancias inorgánicas ellos hacían pastillas, polvos, supositorios y ungüentos. Muchas de las plantas que se usaban en esos tiempos son utilizadas hoy día por los aroma terapeutas. Hay evidencia de envases y vasijas con ungüentos grasos y aromas de frankincienso encontrados en las pirámides, los cuales estaban intactos. Los registros también han demostrado que importaban Cedro (Cedar) y Ciprés (Cypress), por lo que se ha podido concluir que existía un comercio de aceites de plantas que habían sido remojadas o infundidas.

En Mesopotamia, los doctores babilonios documentaron recetas en platos de cerámica. Utilizaban para fines medicinales el árbol de manzana, cebolla, ajo, hinojo, azafrán, tomillo, mostaza, cilantro, rosas, enebro y mirra, entre otros. Muchas de las plantas que actualmente utilizamos en homeopatía, fitoterapia y aromaterapia. Los antiguos griegos adquirieron gran parte de la sabiduría médica de los egipcios, y fueron estos los que contribuyeron en la teoría de que los diferentes olores de algunas plantas eran estimulantes, rejuvenecedores, relajantes e hipnóticos. Usaban el aceite de oliva para absorber el aroma de varios pétalos de flores, y utilizar ese aceite aromático con propósitos farmacéuticos y cosméticos.

Los soldados griegos llevaban a sus batallas ungüentos en base de mirra para sanar sus heridas. En las escrituras de Hipócrates, mencionan un gran volumen de plantas medicinales y entre ellas, algunas plantas narcóticas, como el opio y la belladona. Muchos médicos griegos trabajaron para los romanos como doctores militares y como médicos personales de los emperadores romanos. Galeno de Pérgamo fue uno de los médicos de Marco Aurelio, y cuentan que ningún gladiador murió de las heridas causadas en duelo durante el tiempo en el que él estaba sirviendo. Galeno dejó innumerables escritos sobre fitoterapia y clasificó las plantas en varias categorías de acuerdo a sus propiedades terapéuticas.

Fue el creador de la primera receta de lo que llaman crema fría (cold cream), usando agua, cera de abejas y aceite oliva. Su influencia en la medicina occidental fue significativa y todavía perdura. Otro griego que trabajó como médico para la milicia romana fue el Dioscrides, quien coleccionaba plantas medicinales de otros países alrededor del Mediterráneo. Toda la información de las plantas y sus usos medicinales fue recogida en una gran enciclopedia de cinco volúmenes llamada De Materia Medica, precursora de la farmacopea moderna.

El doctor árabe más famoso fue Abu AliIbn Sina (980-1037 A.D.) quien se hizo famoso en el mundo occidental como Avicenna. Además de la medicina, estudió geometría, metafísica, filosofía, astronomía y todas las ciencias naturales habidas en esos tiempos. Dejó como legado escrituras valiosísimas describiendo sobre 800 plantas y sus efectos en el cuerpo humano. Los trabajos con muchas de estas plantas no se han podido igualar, ya que fueron descritas con los nombres locales que le dieron en la India, Tíbet y Medio Oriente, pero entre las que hemos identificado están la lavanda y la camomila, dos de los aceites esenciales más preciados en la aromaterapia de hoy día. Se dice que fue el primero en destilar el aceite esencial de rosa, aunque probablemente sucedió por accidente como un producto secundario de algún experimento como alquimista.

Hay muy poca evidencia del uso farmacéutico de las plantas después de la caída del imperio Romano. Lo que conocemos fue preservado en su mayoría en monasterios durante el siglo XII. Los aceites esenciales se conocieron a través de Europa como perfumes árabes. Las cruzadas sirvieron como medio de traslación para dar a conocer los diferentes aromas o perfumes del Oriente, así como también la información sobre cómo prepararlos.

Las escrituras medievales hacen referencia a aguas de lavanda (hidrosol) y muchos métodos de producción de aceites aromáticos infundidos. Las amas de casa preparaban muchos remedios que utilizaban para sus familias, tales como cremas, bolsas de lavanda seca y otros aromas, utilizados incluso para prevenir la polilla.

Ya en el siglo XVII comenzó a desarrollarse la nueva ciencia de la química experimental, la cual es responsable por el uso de sustancias químicas en la medicina. Nicholas Culpeper, quien escribió datos muy importantes de la ciencia botánica, habló públicamente del uso de químicos peligrosos en la medicina tales como el mercurio, lo que causó furia en los médicos de la época. Esto no quiere decir que los aceites esenciales no se utilizaron más, muchos todavía aparecen en nuestras farmacias, como la menta, clavo, mirra, lavanda y alcanfor. Pero gradualmente fueron sustituidos por las drogas sintéticas contemporáneas, con los efectos secundarios destructivos con los que ya todos estamos muy familiarizados.

Para el siglo XX, se destaca el trabajo de Madame Marguerite Maury (1895- 1968) bioquímica austríaca, quien abrió paso a lo que hoy día conocemos como aromaterapia. Dedicó gran parte de su vida a demostrar y probar el uso de los aceites esenciales incorporado a terapias de masaje para promover el bienestar de las personas. Ofreció conferencias y seminarios en Europa y abrió clínicas de aromaterapia en Francia, Suiza e Inglaterra.

Hoy día, la aromaterapia es muy reconocida y utilizada por su versatilidad y propiedades medicinales a nivel mundial. Podemos decir con seguridad que en la mayoría de los hogares está presente la aromaterapia, como por ejemplo, en los productos de limpieza y en los de belleza y cuidado personal. El reclamo del consumidor por productos de mayor calidad ha hecho que tengamos disponible unos de mayor pureza confeccionados con ingredientes orgánicos.

Aceites esenciales que no deben faltar en tu hogar son la lavanda, el eucalipto, la camomila, el orégano, la menta (peppermint), el romero y el tomillo. Estos te podrán ayudar con esas pequeñas emergencias como quemaduras, limpiar cortaduras y asistir en algunas afecciones respiratorias como el asma y la sinusitis.

Espero que esta información les motive para que integren esta maravillosa y sutil terapia en sus hogares y en sus rutinas cotidianas.

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Por:     Vanessa Rodríguez Julia 

            APP, RPE, Reiki Master

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