Con la suficiente agilidad mental y el conocimiento histórico para reconocer la manipulación y el entretenimiento religioso, esta nueva y altamente criticada generación por parte de los adictos al fatalismo, la intolerancia y el fanatismo, representan la expresión del individualismo y la autenticidad siempre cambiante del Ser.
Retantes, optimistas y con un terreno fértil, abonado por la incongruencia social y la hipocresía rampante que ha permeado la religión, la política y las interconectadas estructuras sociales. Los llamados millennialspersonifican la nueva revolución que cambiará el mundo para siempre.
Conscientes de que haceres mas importante que creer, su visión se ha ido adentrando en la educación, los negocios, la cultura corporativa y la fe, promoviendo cambios, desarrollo profesional y beneficios sociales y planetarios.
La holocracia corporativa no está ajena a esta realidad y requiere la adaptación y la integración de nuevos estilos que aun cuando buscan consenso, no temen a la fricción resultante de retar lo establecido con el fin de disfrutar de la unidad dentro del pluralismo y el individualismo.
Cualquier empresa que aspire a generar buenos dividendos y ganancias, debe ser lo suficientemente flexible y ágil como para mantenerse al día con la demanda del mercado, los clientes y competidores. Nuevas ideas, nuevos productos y servicios requieren de audacia, iniciativa y el desapego a lo tradicional que los millennials pueden aportar.
Por lo que la modalidad de trabajo remoto o “home office” y el comercio electrónico son solo algunas de tantas innovaciones con la que las empresas han tenido que bregar.
De igual manera las caducas estructuras religiosas han sentido la visión de ensanchamiento de fe de los millennials que permiten la aceptación, el respeto mutuo y la interconexión dentro de un marco de liberalismo social que saca la fe del cajón de la religiosidad.
La obtusa y condenatoria religiosidad del pasado en su lenta, incapaz e inhábil capacidad de adaptación a los tiempos no representa la necesidad y la visión de una generación que acoge y acepta la diversidad de ideas y estilos de vida como parte de su manifestación de amor y respeto mutuo.
En su búsqueda espiritual de interconexión y liberación, los millennials, cuya visión social evita el uso de “etiquetas”, han tenido que sucumbir a estas para poder asociarse con sus pares de igual pensamiento.
“Espiritual no religioso” o “creyente sin afiliación religiosa” son algunas de las posibles expresiones utilizadas por esta generación para expresar su identificación espiritual. Esto a su vez ha promovido el nacimiento de iglesias o asambleas interreligiosas donde las prácticas meditativas y terapias grupales introspectivas les permiten unirse y desconectarse de sus electrónicamente conectadas vidas, para encontrase consigo mismo fuera del separatista mensaje religioso del pasado.
Como bien dijera el escritor, poeta y dramaturgo Alejandro Jodorowsky: “Muchos se están alejando de las iglesias para acercarse a Dios”. Desde mi perspectiva, los millennials encabezan la estampida. Y como ya mencioné en el primer párrafo, sin afiliación religiosa, pero conscientes de la inexplicable fuerza operante tras las inmensurables manifestaciones del cosmos, la nueva tribu digital no deja de lado la necesidad de unirse, congregarse y dar un paso colectivo hacia la trascendencia.
